Elsa consiguió dormirse. ¡Al fin! Eran las 3:30 de la madrugada, y tenía unas ganas tremendas de hablar con Joel. Le dije que cuando se durmiera ésta, le llamaría.
Fui al baño, y cerré la puerta con pestillo. Me metí en la bañera fría y me tumbé. Marqué su número. El corazón me iba a mil. Se me iba a salir del pecho.
Daba tono. No contestó al principio.
-Cielo.
-Ya siento llamar tan tarde.
-Oh... no pasa nada, estaba distraído pensando en ti.
-Cuando me dices cosas de esas, no sé qué decir, me dejas muy mal.
-Aais, tonti, no hace falta que digas nada.
Sonreí.
-Ya siento que no haya sido... la cita de tus sueños.
-No...pasa nada, tranquilo...-no lo dije muy convencida.
-Sara...no puedo estar tranquilo porque sé que te he hecho daño.
-Ya, bueno...pe
-¿Ya bueno? ¿Ves Sara?-me cortó, no me dejó continuar.-¿Me darías otra oportunidad?
-Sí, claro que sí, pero no quiero abusar de ti. ¿Me entiendes? El sitio de hoy ha estado muy guai, no quiero que te gastes el dinero, y mucho, muchísimo menos en mí.
-¿Entendido?
-Sara.
-Joel, lo dicho. ¿Me lo prometes? Sabes a lo que me refiero, ni comidas, ni cenas, ni nada de eso que sea muy caro.
-Haré lo que quiera, no seas tonta.
Suspiré. Cabezón.
-¿Mañana te dejarán salir?
-Supongo que sí. Elsa va por libre. ¿Nunca sales con los demás?
-Es que hay 3 grupos en la urbanización, los pequeños, los adolescentes, y ya los...''mayores'' como yo...y más gente.
-Ajá. Y los...''mayores'' no dicen nada...en plan, porque sabrán más o menos, vamos, nos habrán visto ¿no?
Se rió.
-No lo sé. Recuerda que...
-Eres ciego, perdón. Pero, ¿ves? Eso es bueno, porque te considero capacitado para todo, ¿no? Vamos, que no me importa si ves o no ves, que me gustas por cómo eres.
-Te lo agradezco.
Sonreí. Me quité la ropa interior, y abrí el grifo del agua caliente. Puse el tapón.
-¿No crees que llevamos mucho tiempo hablando? Se te va a ir el saldo.
-Ah, tranquilo, soy de contrato, y tengo tarifa. Oh...¿quieres dejar ya de hablar?
-No, no, era para que no gastaras demasiado, pero ya está dicho, así que ya está.
-Bien. Oyes...
-¿Sí?
-¿Te importa que me bañe mientras hablo contigo?
-Sara...hay cosas que no me deberías decir...o preguntar...
-¿Pues?
-Pues porque soy un chico...y cuando alguna chica que nos gusta...
-Creo que te he entendido...
Me sonrojé, y él se rió. En ningún momento se lo había dicho... a ''malas''.
-¿No crees que es muy tarde para bañarse?
-Puede ser...sí. Espero que no me oigan la verdad...
-A ver, a ver, sino haces mucho ruido...
Sonreí. Me tumbé completamente.
-¿Mañana estás libre entonces?
-Supongo que sí. Pero tengo que salir cuando Elsa salga, porque no es plan de venir a casa de mi amiga...e irme....cuando me de la gana.
-Es obvio.
-Aunque estoy pasando más tiempo contigo que con ella.
-Eso parece.
-Pero no me importa.
-Me alegro. Pero bueno, si no quieres quedar conmigo me dices, y ya está.
-Sí que quiero quedar contigo...
Se rió.
-¿Cómo conseguiste mi número?
-Llamé a Elsa...
-Mmm, vale.
-No quería, o sea, ya sabes que me comporté mal.
-Ya...bueno, no quiero darle más vueltas a eso.
-Me imagino...
Hubo un silencio...no le escuchaba, tenía los ojos cerrados. Estaba pensando ya en otras cosas, bueno, en otras cosas...estaba pensando en él. Aparece en mis pensamientos aunque yo no le invite a entrar.
Tenía el móvil pegado a la oreja, empezaba a tener frío, y no sabía porqué.
Alguien me llamaba, lo notaba, lo oía...parecía que no podía abrir los ojos... Mi nombre, lo oía, lo seguía oyendo.
Abrí los ojos inmediatamente.
-¿Joel?
-¡Al fin contestas maja!
-Esto...me he quedado dormida.
Se rió.
-Pues venga, salte de la bañera, y vete a dormir.
-Pero si estoy hablando contigo.
-Ya veo yo...
Se volvió a reir.
-Venga nenita, vete a la cama.
-¿En serio?
-Sí, venga, que estás muerta de sueño.
-¿No te importa?
-No...venga, que son más de las cinco de la mañana.
-¡Madre mía!
-Entonces...mañana nos vemos.
-Vale, mañana por la mañana paso a verte.
-Como tú quieras.
-¡Claro que quiero!
-Muy bien. Venga princesita mía, hasta mañana.
-Hasta mañana precioso.
Colgamos ya. ¡Me había quedado dormida! Encima...¡él al teléfono! ¿Y si he roncado? ¡Ostras! ¡Qué vergüenza...!
Salí de la bañera, y me envolví en una toalla. Me miré en el espejo. Tenía las mejillas sonrojadas, y no sabía porqué.
Abrí la puerta del baño, y entré en la habitación, intentando no hacer ruido.
Me tumbé en la cama, y miré el móvil. Puff, las 5:47 de la madrugada.
Cerré los ojos. Esta vez invité a Joel a que entrara, y formara parte de mi sueño...