El tiempo pasaba despacio, demasiado lento. La música,
siquiera me entretenía, y el libro que estaba leyendo, por más que leía la
misma línea una y otra vez, no tenía sentido. Es que no podía, sólo pensaba en
él. En que después de tanto tiempo le iba a poder ver.
Estaba nerviosa, las manos me temblaban, por eso las
agarraba entre sí. El pelo me cubría parte de la cara, mas una sonrisa
iluminaba mi rostro.
Había mucha gente en aquel vagón, y cada persona, a saber en
lo que pensaba… Y yo, ahí me encontraba, en medio de ellos. Inquieta. Imaginando
cada palabra que saldrá de su boca al verme.
Oh no, volvía a llover… ¿cada gota que caía del cielo, le tocaban sus
manos? ¿Le mojaban su cabello? ¿Estaría resguardado bajo un paragüas?
Miré por la ventanilla, y le reconocí fácilmente.
Sonreía, y en una de sus manos se encontraba una gran rosa
roja.
No había llevado paragüas. Y sí, su cabello estaba mojado, y
sus manos tenían pequeñas gotitas heladas.
Salí corriendo de aquel tren y fue directamente hacia él. Nos
envolvimos en un gran abrazo cariñoso, especial. Nuestro primer abrazo. Y yo
mientras apoyaba la cabeza en su pecho, cerrando los ojos, y escuchando cómo
latía su corazón.
Toqué su piel, su cara, y rocé sus labios con los dedos. Me agarró
la mano, y me miró intensamente. Apoyó su nariz en mi cabeza, oliendo así mi
pelo. Se apartó y besó mi frente, y me volvió a mirar. Con esos ojos tan
intensos… que se podía ver qué es lo que pensaba.
Con su dedo índice tocó mi barbilla, para levantar mi cabeza
y ver su rostro. En mi rostro se encontraba una tímida sonrisa. Noté cómo el
calor ascendía hasta llegar a mi cara, y enrojecerse mis mejillas.
-Te quiero.- dijo vergonzoso.- Al fin te lo digo en persona.
-Y yo. Te amo. Después de tanto tiempo…
-Te irás. Y después de verte… no sé si podré soportarlo. Eres
mi droga. No puedo estar sin ti. Siento que me falta el aire.